No es un secreto que el magnate de origen sudafricano, Elon Musk, de 51 años, ha venido a cambiar las reglas de juego en Twitter. Y, por supuesto, sus medidas también impactan a los trabajadores, quienes, al parecer, no están conformes con las nuevas estrategias laborales impuestas por el también CEO de Tesla.
Sin duda, el despido de cuatro de los principales ejecutivos de la red social fue un anuncio que jaló la atención de la comunidad. Pero los cambios no terminaron allí. Días después, el empresario decidió retomar su idea de despedir a gran parte del personal.
Y, aunque no liquidó al 70 por ciento de la plantilla laboral de Twitter como lo había considerado anteriormente, sí despidió al 50 por ciento. Una cifra realmente considerable, más aún en medio de los nuevos cambios que quiere realizar el ahora jefe de la red social.
Tras lo anterior, el clima laboral en Twitter no se encontraba en óptimas condiciones. Más que nada por la incertidumbre por la estabilidad de laboral y de la empresa en general.
No pasó mucho tiempo después, para que Elon Musk volviera a moverle el piso a sus trabajadores. Pues señaló que “el trabajo remoto se había acabado”. Y ahora las personas debían regresar a sus puestos de trabajo físicos y cumplir con un mínimo de horas en oficina… o considerar alguna otra opción profesional fuera de la empresa. Este detalle también agarró por sorpresa a los empleados, quienes, durante la pandemia, gozaban de un plan de trabajo en modalidad “home office” que les permitía una mejor calidad de vida.
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El día que finalmente Elon Musk compró Twitter, hizo una “broma” al llevar un lavabo a las oficinas de la red social. Allí dijo “let that sink in”, llevando un lavabo en sus brazos. Dicha frase no sólo dice literalmente “deja que entre el lavabo”, sino que también la palabra en inglés, sink, significa hundir. Por lo que otra interpretación podría ser “deja que eso se hunda”.
No obstante, parece que realmente este barco sí se está hundiendo. Más turbulencia llegó con los problemas de los anunciantes, quienes comenzaron a retirar sus campañas de Twitter debido a que la libertad de expresión propuesta por Musk podría generar un espacio sin restricciones que podría afectar la reputación de las marcas.
Además, los problemas con Twitter Blue y la verificación de la “palomita azul”, cuyo costo sería de ocho dólares para que cualquiera pudiera tener dicha verificación oficial, también trajo ciertas dudas y conflictos.
Pero donde hubo otra alerta en las oficinas de Twitter, fue cuando Elon Musk anunció a sus trabajadores que “o se adaptan a un ritmo de trabajo duro”, o se van. Esa declaración hizo que los trabajadores (que sobraban) pensaran sí aún es un buen lugar para permanecer. Y, al parecer, muchos prefirieron emigrar y abandonar el nido, a tal grado que recientemente se reportó que cientos de empleados decidieron renunciar.
“Para construir un Twitter 2.0 revolucionario y tener éxito en un mundo cada vez más competitivo, deberemos entregarnos a fondo, al extremo. Esto significa trabajar largas horas a alta intensidad. Solo un rendimiento excepcional valdrá una nota suficiente”. Dijo Musk en un comunicado.
En dicho correo, el jefe de Twitter pidió a las personas que marcaran una casilla con “sí” para confirmar que estaban de acuerdo con esa forma de trabajo. Y en caso de que no den respuesta, se les daría su indemnización de tres meses. Adicionalmente, declaró que “sólo los mejores [empleados] se quedarán [en Twitter]”.