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Al menos dos mil 65 personas perdieron la vida y casi cuatro mil más resultaron heridas tras el devastador terremoto de 7.7 grados que sacudió Myanmar (Birmania) hace tres días. A pesar de los esfuerzos de las autoridades locales, el paso del tiempo reduce significativamente las posibilidades de hallar supervivientes entre los escombros.
Debido a la gravedad de este terremoto, el gobierno de Myanmar decretó siete días de duelo nacional, ordenando que las banderas ondeen a media asta en memoria de las víctimas. El sismo, descrito como el más destructivo en décadas, derrumbó edificios, puentes y carreteras, dejando a su paso un panorama de caos y desolación.
En la ciudad de Mandalay, los equipos de rescate disminuyeron su ritmo debido a las temperaturas extremas, que superan los 40 °C. Estas condiciones no sólo dificultan las labores de búsqueda, sino que también aceleran la descomposición de los cuerpos, complicando su identificación. Hasta el momento, se reportan tres mil 900 heridos y, por lo menos, 270 desaparecidos, cifras que podrían aumentar conforme avancen las labores.
Birmania, sumida en una guerra civil desde el golpe militar de 2021, carece de la infraestructura necesaria para manejar una catástrofe de esta magnitud. Aunque la comunidad internacional envió ayuda, los expertos temen que el número real de víctimas sea mucho mayor, especialmente en zonas rurales donde el acceso es limitado.
El movimiento telúrico se sintió incluso a mil kilómetros del epicentro, provocando escenas de pánico en ciudades como Bangkok, Tailandia, donde, por lo menos 19 personas murieron tras el derrumbe de una torre en construcción de 30 pisos. Las labores de rescate en la capital tailandesa continúan, con equipos especializados utilizando perros rastreadores, drones térmicos y maquinaria pesada para buscar señales de vida entre los escombros.
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La mayoría de los fallecidos en Bangkok eran obreros de la construcción. Y se teme que decenas más sigan atrapados bajo las ruinas. Familias desesperadas esperan noticias mientras los equipos trabajan contra reloj, en medio de fuertes réplicas que mantienen en alerta a la región.