Box
Terence Crawford
En un deporte donde las salidas suelen estar marcadas por la decadencia, las derrotas tardías o el claro deterioro físico, Terence Crawford, eligió un camino distinto, tan meticulosamente calculado como sus combinaciones dentro del cuadrilátero.
El púgil, de Omaha, Nebraska, anunció su retiro formal del boxeo profesional. Con ello son sólo se cierra su carrera, sino que también una era de dominación absoluta. Lo hace en la cima, con un récord impecable de 42-0 (31 KO). Y como el único hombre en la historia en coronarse campeón indiscutido en tres divisiones distintas durante la era de los cuatro cinturones principales.
Con 38 años, Crawford deja el ring tras una victoria en septiembre que resonó como un eco de su grandeza: una convincente victoria sobre el mexicano Saúl “Canelo” Álvarez para unificar todos los títulos del peso supermedio. El triunfo fue una declaración de principios, un desafío a la lógica del tamaño y el peso, y el epílogo perfecto para una carrera de 17 años construida sobre la superación de lo imposible.
“Me aparto de la competición, no porque ya no pueda pelear, sino porque he ganado otra clase de batalla: la de poder irme por decisión propia”, declaró Crawford en un emotivo mensaje publicado en sus redes sociales. “Le he entregado a este deporte hasta el último de mis alientos, cada cicatriz, cada triunfo, cada pedazo de mi corazón. Y estoy en paz con lo que viene. Ha llegado el momento”. Dijo.
Su reflexión captura la esencia de un retiro que parece menos una despedida y más una coronación final. En un video de despedida, disponible en YouTube, el ahora excampeón profundizó en lo que realmente impulsó su legendario recorrido: “Pasé toda mi vida persiguiendo algo, no cinturones, no dinero ni portadas, sino una sensación: esa que tienes cuando el mundo duda de ti, pero sigues ahí, sigues peleando y sigues demostrando que todos están equivocados”.
El viaje de Crawford hacia la inmortalidad boxística no estuvo iluminado desde el principio por los grandes reflectores. Tras no clasificar para el equipo olímpico estadounidense en 2008, su debut profesional pasó prácticamente inadvertido. Su primer gran momento televisivo llegó en 2013 con una victoria sobre Breidis Prescott en una cartelera secundaria de HBO. Al año siguiente, obtuvo su primer título mundial, el de la Organización Mundial de Boxeo (OMB) en peso ligero, al vencer a Ricky Burns en Escocia.
A partir de ahí, su carrera se transformó en un estudio magistral de adaptación y dominio. Crawford, un switch-hitter natural capaz de pelear con igual destreza en postura ortodoxa o zurda, era un rompecabezas imposible de resolver para sus rivales. Su estilo, una fusión de precisión quirúrgica, inteligencia táctica y un frío instinto en los momentos decisivos, le permitió escalar divisiones con una autoridad inusual.
En 2017, se convirtió en campeón indiscutido del peso superligero al demoler al hasta entonces invicto Julius Indongo. Pero fue su salto al peso welter donde forjó su leyenda contemporánea. Tras años de espera y negociaciones fallidas, la tan ansiada pelea contra Errol Spence Jr. se materializó en julio de 2023. Crawford no solo ganó; ofreció una de las exhibiciones más completas y destructivas de la década, deteniendo a un Spence previamente invicto en el noveno asalto para unificar todos los títulos.

También te recomendamos leer: México enfrentará a Islandia en un partido amistoso en Querétaro
Los números de su carrera son, por sí solos, abrumadores: 18 títulos mundiales en cinco divisiones diferentes (ligero, superligero, welter, superwelter y supermedio). Y ganancias estimadas en más de 100 millones de dólares. No obstante, su legado se cifra en algo más intangible: la perfección mantenida.
En una época donde los campeones evitan arriesgar sus récords, Crawford buscó sistemáticamente los desafíos más difíciles. Su decisión de subir dos categorías de peso para enfrentar a Canelo Álvarez, ampliamente considerado en ese entonces el mejor “libra por libra” del mundo, fue vista por muchos como un riesgo temerario. Crawford lo vio como una oportunidad para cerrar cualquier debate.
Su manera fue, a menudo, la del arte sobre la fuerza bruta. Su retiro priva al boxeo de uno de sus últimos grandes artistas puros, un estratega cuyas peleas parecían coreografiadas con semanas de antelación.
El deporte ahora se queda sin su principal atracción, y sin la perspectiva de megapeleas futuras que se especulaban, como un enfrentamiento contra la sensación del boxeo de celebridades, Jake Paul, o una búsqueda sin precedentes de un cuarto campeonato indiscutido en otra división. Incluso la revancha contra el “Canelo”, que ahora ya no podrá materializarse.
“Todo boxeador sabe que le llega este momento”, reflexionó Crawford. “Lo único que no sabemos es cuándo”. Agregó en su mensaje.
Para Terence “Bud” Crawford, el momento es ahora. Se va cumpliendo cada objetivo, silenciado a cada escéptico y redefinido lo que significa la grandeza en el boxeo moderno. No se va por la puerta trasera; sale por la cima. Y deja un récord impecable y un estándar de excelencia que probablemente permanezca inigualado durante generaciones. El ring, ahora un poco más vacío, guarda silencio para un maestro que, por una vez, decidió que no había más que demostrar.