CDMX
Separación de residuos
Con la entrega personal de tres cubos de colores a los residentes de Avenida Central en la alcaldía Azcapotzalco, la Jefa de Gobierno, Clara Brugada Molina, lanzó este martes una ofensiva que busca redefinir la relación de una de las megalópolis más grandes del mundo con sus propios desechos. A partir del 1 de enero de 2026, la separación de los residuos no será una sugerencia, sino una obligación cívica en esta capital.
La campaña “Transforma tu Ciudad: cada residuo en su lugar”, presentada en el Parque de la República Democrática de Alemania, en la colonia Pro Hogar, marca el inicio de un esfuerzo pedagógico y logístico sin precedentes. Su objetivo final es audaz: rescatar de los vertederos de hasta el 75 por ciento de las ocho mil 500 toneladas de residuos que la ciudad genera diariamente.
“Aquello que nos fue útil en un primer momento puede seguir siendo útil. Se puede reciclar, se puede transformar y darle una segunda vida”, declaró Brugada. Su gesto, recorriendo la Avenida Central en Azcapotzalco para explicar el nuevo sistema puerta a puerta, subraya el carácter personal y político de una misión que conlleva un riesgo significativo. El éxito o el fracaso de este mandato podría definir su legado administrativo.

El nuevo modelo, que sustituye esquemas anteriores menos rigurosos, es deliberadamente sencillo en su superficie: verde para orgánicos (restos de comida, pasto, flores), gris para reciclables (plástico, vidrio, metal limpios) y naranja para no reciclables. No obstante, detrás de esta simpleza yace una compleja reingeniería de hábitos, infraestructura y lenguaje.
En un movimiento significativo, la administración decretó la muerte semántica de la “basura”. En su lugar, ahora se habla exclusivamente de “residuos”, un término que, según argumentan, reconoce el valor material latente en lo que se descarta. Las cifras justifican la urgencia: cada capitalino produce 1.07 kilogramos diarios, haciendo de la ciudad la segunda generadora de residuos del país. De las siete mil toneladas que hoy terminan en rellenos sanitarios, el 56 por ciento son orgánicos convertibles en composta. Y el 21 por ciento son materiales inorgánicos con potencial de reciclaje.
“Sólo el 15 por ciento de los desechos llega separado actualmente”, admitió Roberto Castillo Cruz, director de la Agencia de Gestión Integral de Residuos (AGIR), durante el evento. “Con esta campaña prevemos recuperar hasta el 75 por ciento”. Esta proyección, de cumplirse, representaría una revolución en la gestión urbana.
También te recomendamos leer: Sheinbaum refrenda el apoyo a las víctimas del accidente del Tren Interoceánico
Consciente de que los decretos no cambian realidades por sí solos, el gobierno delineó un plan de implementación en varias frentes. Brugada anunció la adquisición de 50 nuevos camiones recolectores, financiados mediante un esquema de coinversión con las 16 alcaldías, para fortalecer una flota a menudo criticada por su antigüedad e insuficiencia.
Crucialmente, afirmó que el personal de recolección—los miles de trabajadores de limpia que son la interfaz entre la política y la calle—ya se capacitaron para manejar el flujo diferenciado. Hugo Alonso Ortiz, líder del Sindicato Único de Trabajadores de la Ciudad de México, respaldó la afirmación desde el escenario, señalando que los nuevos vehículos son una “herramienta indispensable” para realizar las tareas.
La estrategia de penetración social será descentralizada. No sólo dependerá de anuncios públicos, sino de una red de educadores ambientales y facilitadores comunitarios que llevarán el mensaje de separación de residuos a colonias, escuelas y centros sociales, intentando construir consenso desde la base.
La alcaldesa de Azcapotzalco, Nancy Núñez Reséndiz, proclamó que su demarcación está “lista”, citando tiraderos videovigilados y programas de reciclaje de electrónicos. Su testimonio refleja el otro pilar crítico del plan: la coordinación metropolitana. La eficacia dependerá de que las 16 alcaldías actúen como un sistema cohesionado, no como feudos administrativos.
Al fijar la meta de transformar el 50 por ciento de los residuos para 2030, Clara Brugada ató su suerte política a la capacidad de los capitalinos para internalizar una nueva ética del descarte. El viaje simbólico que inició hoy en las calles de Azcapotzalco, con cubos de plástico en mano, culminará en los próximos años en las estaciones de transferencia y los centros de reciclaje. Allí se medirá, en toneladas recuperadas y no enterradas, si la Ciudad de México pudo, por fin, convertir su monumental problema de basura en el cimiento de una economía circular.