La gravedad de los desafíos de Apple en medio de la pandemia de COVID-19 está comenzando a ser clara. Y no se ve muy bien.
Los informes que hablan de un retraso del iPhone se están acumulando. El mes pasado, Nikkei informó que Apple estaba considerando posponer la presentación de sus iPhones 2020. Bloomberg News dijo entonces que los nuevos iPhone podrían lanzarse unas semanas más tarde de lo normal debido a las interrupciones causadas por el coronavirus. Y el lunes, el Wall Street Journal informó que la compañía retrasará la producción en masa de sus próximos iPhones en aproximadamente un mes, en el contexto de una demanda más débil y problemas de la cadena de suministro en Asia.
El Journal también señaló que Apple planea reducir la cantidad de teléfonos que fabrica en la segunda mitad de 2020 hasta en un 20 por ciento.
El lanzamiento oportuno y la disponibilidad de nuevos iPhones son críticos para Apple. A pesar de todo lo que se habla sobre cómo la compañía está cambiando su enfoque estratégico a los servicios y suscripciones, todavía está impulsada por su negocio de hardware.
En su último informe trimestral, el segmento de iPhone representó el 61 por ciento de los ingresos de Apple, frente a solo el 14 por ciento de los servicios. Y, por supuesto, cada nueva venta de teléfonos inteligentes representa un posible comprador de servicios en el futuro.
Sin embargo, los retrasos pueden ser inevitables, ya que los llamados a quedarse en casa y las restricciones de viaje merman la capacidad de los ingenieros de Apple de trabajar directamente con sus proveedores y ensambladores de teléfonos en Asia.
Los procesos clave como las pruebas y la creación de prototipos que se requieren para diseñar nuevos teléfonos simplemente no funcionan tan bien en una videoconferencia. Además, la intrincada colaboración es aún más importante esta vez porque será el primer año que Apple lanza iPhones habilitados para 5G, que requieren demandas de ingeniería significativamente más altas en comparación con las actualizaciones anuales incrementales del pasado.
Además de cualquier problema de producción, el otro gran problema para Apple está relacionado con la demanda. Los consumidores pueden posponer las compras de teléfonos en el entorno económico más incierto.
Al final del día, los iPhones son un lujo para el consumidor: un deseo de tener en lugar de una necesidad de tener. Los propietarios de iPhone que mantienen sus teléfonos más tiempo es una de las mayores preocupaciones de Wall Street para Apple, y algunos analistas ahora proyectan que el ciclo promedio de reemplazo de iPhone se extenderá más allá de cuatro años.
Y tiene sentido. Si te preocupa la seguridad de tu trabajo, lo último que vas a hacer es comprar un nuevo teléfono de 1,000 dólares cuando tu teléfono actual funciona bien.
Las compañías inalámbricas ya están viendo el cambio a un nivel más bajo de actualizaciones de teléfonos inteligentes. La semana pasada, AT&T dijo que vio un “mínimo histórico” en el porcentaje de sus clientes que han actualizado sus teléfonos inteligentes durante un trimestre. Verizon Communications también experimentó una disminución de más del 40 por ciento en las actualizaciones durante el período de cuatro semanas que finalizó el 15 de abril. Si bien una gran parte de las caídas puede reflejar el hecho de que se cerraron tiendas, los problemas de finanzas personales tuvieron que haber influido de gran forma también.
Las ganancias tecnológicas están en el centro de atención esta semana, y es probable que Apple no esté sola en la discusión sobre las últimas implicaciones del coronavirus para su cadena de suministro y sus ventas futuras. A principios de este mes, el CEO de Amazon, Jeff Bezos, habló en su carta anual a los accionistas sobre cómo la pandemia ha ejercido un fuerte estrés en sus proveedores y redes de distribución, obligando al gigante del comercio electrónico a tomar algunas decisiones difíciles. Ambas compañías están programadas para informar sus últimos resultados el jueves, y es probable que ambas tengan más que decir.