Estados Unidos
Farmacéutica
La familia Sackler, propietarios de Purdue Pharma, empresa farmacéutica encargada de producir y comercializar el medicamento “OxyContin”, llegaron a un acuerdo para pagar hasta siete mil 400 millones de dólares en un nuevo acuerdo para resolver las demandas en su contra, que sugieren que su producto tuvo un papel crítico en la crisis generalizada de adición a los opiáceos durante los años 90, en Estados Unidos.
Desde junio del 2024, el Tribunal Supremo de EE. UU. anuló el primer pacto por seis mil millones dólares que contemplaba una limitación de la responsabilidad de la familia Sackler a cambio de proporcionar fondos de compensación y rehabilitación. Con ello, los dueños de Purdue quedarían libres de demandas civiles.
“La familia Sackler persiguió implacablemente el lucro a expensas de los pacientes vulnerables. Y desempeñó un papel clave en el inicio e impulso de la epidemia de opioides”. Señaló Letitia James, fiscal de Nueva York.
Lo anterior refiriéndose a que los Sackler querían reestructurar Purdue Pharma e incluso declararse en banca rota para tratar de ponerle fin a todos los reclamos. Muchos de éstos debido a que aseguraban que el analgésico OxyContin “no era adictivo e incentivar su prescripción masiva”.
La crisis de opioides en Estados Unidos tiene sus raíces en los años 90, cuando las farmacéuticas promovieron agresivamente analgésicos como la oxicodona y el fentanilo, asegurando falsamente que tenían un bajo riesgo de adicción. Empresas como Purdue Pharma lideraron campañas que minimizaban los riesgos mientras incentivaban a médicos a recetar en exceso estos medicamentos.
El problema se agravó por regulaciones laxas y el mal control de las recetas. En pocos años, millones de estadounidenses desarrollaron dependencia. Cuando las restricciones a las recetas aumentaron, muchos recurrieron a opioides ilegales como la heroína o versiones sintéticas más potentes.
Este fenómeno desató una epidemia de adicciones y muertes por sobredosis, afectando tanto a comunidades urbanas como rurales. En la actualidad, la crisis sigue siendo un problema crítico de salud pública, impulsando reformas legales y demandas millonarias contra las empresas responsables.
Purdue Pharma, fabricante del analgésico OxyContin, jugó un papel central en el surgimiento de la crisis de opioides. En 1996, la compañía lanzó una agresiva campaña de marketing que promocionaba al OxyContin como un medicamento “seguro y efectivo” para tratar el dolor crónico, minimizando los riesgos de adicción. A pesar de la evidencia de dependencia entre los pacientes, Purdue aseguró que “menos del uno por ciento desarrollaría adicción”, basándose en estudios inadecuados.
La empresa incentivó a médicos y distribuidores mediante bonificaciones y materiales educativos que promovían prescripciones a largo plazo. Además, alentó el uso de opioides en situaciones donde tratamientos más seguros habrían sido adecuados. Como resultado, las ventas de OxyContin se dispararon, generando miles de millones de dólares en ingresos.
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A medida que aumentaron las tasas de adicción y sobredosis, investigaciones demostraron que Purdue ignoró advertencias internas y externas sobre el uso indebido de sus productos. En 2007, la compañía y varios ejecutivos admitieron haber tergiversado los riesgos de adicción, pagando 600 millones de dólares en multas. No obstante, prosiguieron con sus prácticas hasta que las demandas estatales y federales forzaron su quiebra en 2019.