Box
Ricky Hatton
El mundo del boxeo está nuevamente de luto. A Ricky Hatton, el carismático excampeón mundial de boxeo (de dos divisiones) que capturó el afecto de Gran Bretaña con un estilo de pelea feroz y una personalidad de hombre común, lo encontraron sin vida en su casa el pasado domingo 14 de septiembre de 2025. Tenía 46 años.
Tras una llamada por parte de una persona, alrededor de las 6:45 horas, en la calle Bowlacre Road en Hyde, las autoridades descubrieron el cuerpo de un hombre de 46 años, a quien identificaron como el excampeón, Richard John Hatton, mejor conocido como Ricky Hatton. La policía afirmó que “no se cree que haya circunstancias sospechosas” en torno a la muerte, según un comunicado.
La noticia llegó en un momento de aparente resurgimiento para Hatton. Recientemente, Hatton anunció su regreso al ring para una pelea de exhibición programada para diciembre en Dubái contra el boxeador emiratí Eisa Al Dah.
Hatton, también conocido como “The Hitman”, no era simplemente un campeón; era un símbolo de identidad de la clase trabajadora de Manchester. Su viaje, desde ayudar en el pub de sus padres, The New Inn en Hattersley, hasta los reflectores de Las Vegas, fue la materialización de un sueño colectivo. Sus fanáticos, autodenominados el “Ejército de Hatton”, lo seguían por todo el mundo, llenando arenas y cantando consignas de fútbol con una devoción que rara vez se ve en el boxeo individual.
Su victoria más emblemática llegó en 2005, cuando derrotó al entonces invicto y temido Kostya Tszyu en Manchester. Se trató de un triunfo que el promotor Frank Warren calificó como “una de las peleas más históricas en la historia del boxeo británico”.
Sin embargo, detrás de la sonrisa pública y los brutales golpes al cuerpo en el ring, Hatton libraba batallas privadas. Su vida después del boxeo estuvo marcada por luchas muy públicas con su salud mental, el alcohol y la depresión, demonios que él mismo atribuyó en parte a la devastación de sus dos derrotas de alto perfil.
Sus noches de pelea en Las Vegas contra Floyd Mayweather Jr. en 2007 y Manny Pacquiao en 2009, lo colocaron en la escena mundial. Pero las derrotas le resultaron puntos de inflexión difíciles. Tras retirarse en 2012, Hatton se volvió franco sobre estos desafíos, usando su plataforma para abogar por una mayor conciencia sobre la salud mental, incluso abriendo una instalación de salud mental para el NHS Greater Manchester. Su honestidad sobre sus propios demonios resonó profundamente, haciendo que su eventual aparente recuperación se considerara una fuente de inspiración para muchos.
En los días previos a su muerte, Hatton parecía estar en un buen momento. Publicó videos en Instagram de sus entrenamientos, mostrándose sudoroso y optimista. La noticia de su muerte, por lo tanto, llegó con un golpe particularmente cruel.
El dolor por su fallecimiento fue inmediato en el mundo del boxeo. Tyson Fury publicó en Instagram: “Solo habrá un Ricky Hatton. No puedo creer esto. Tan joven”. Amir Khan lo llamó “un amigo, un mentor, un guerrero”.
Quizás el tributo más conmovedor vino de su familia, que emitió una declaración elogiando a “nuestro amado hijo Richard”, describiéndolo como “un padre, abuelo y hermano amoroso, y un verdadero amigo para muchos” que “tenía un corazón tan grande como su sonrisa”.
También te recomendamos leer: Ozzy Osbourne, leyenda del Heavy Metal, murió a los 76 años
La vida de Ricky Hatton fue una montaña rusa de triunfos épicos y angustias profundamente personales. Pero será recordado, sobre todo, como un luchador. Un gladiador que, tanto dentro como fuera del ring, nunca dejó de pelear por sí mismo y, al hacerlo, se ganó el amor eterno de una generación. Ricky Hatton nació el 6 de octubre de 1978 en Stockport, Inglaterra. Le sobreviven sus tres hijos, Campbell, Millie y Fearne.