Café
Cada 1 de octubre se celebra el Día Internacional del Café, una fecha proclamada por la Organización Internacional del Café (OIC) para honrar a esta bebida milenaria que es mucho más que un simple estimulante matutino. Se trata de un ritual diario, motor económico global y fenómeno cultural que une a millones de personas.
Bajo el lema “fomentar la colaboración”, la celebración de este año rinde homenaje a la extensa cadena de colaboración, a menudo invisible, de innumerables actores —desde los agricultores hasta los baristas— que hacen posible cada taza. Este artículo explora los orígenes de este grano maravilloso, sus demostrados beneficios para la salud y algunas curiosidades que probablemente desconocías.
La historia del café se remonta a las antiguas tierras de Etiopía, en el Cuerno de África. La leyenda más popular habla de Kaldi, un pastor de cabras que, alrededor del siglo IX, observó el efecto vigorizante que unas bayas rojas tenían en su rebaño. Tras probarlas él mismo, llevó el descubrimiento a un monasterio, donde los monjes, inicialmente escépticos, terminaron descubriendo que tostar y disolver estos granos en agua caliente producía una bebida que los ayudaba a mantenerse despiertos durante sus largas vigilias de oración.
Desde Etiopía, el conocimiento y cultivo del café se propagó a la península arábiga, particularmente a Yemen. Allí, los monasterios sufíes fueron de los primeros en adoptarlo a mediados del siglo XV. La bebida, a la que llamaron “qahwa” (que puede traducirse como “vino del grano”), se popularizó rápidamente en el mundo islámico. Fue allí, en Arabia, donde los granos se tostaron y molieron por primera vez de una manera similar a como se prepara hoy.
La expansión global resultó imparable. Para el siglo XVI, el café llegó a Persia, Turquía y el norte de África. La primera cafetería del mundo, “Kiva Han”, abrió sus puertas en Constantinopla (actual Estambul) en 1475. En el siglo XVII, los mercaderes venecianos introdujeron el café en Europa, donde inicialmente se enfrentó a recelos religiosos y políticos, pero que finalmente conquistó el continente, convirtiéndose en un catalizador de conversación e ideas revolucionarias.
Más allá de su inconfundible sabor y aroma, el café es una fuente concentrada de compuestos bioactivos que reportan numerosos beneficios para la salud. La ciencia ha demostrado que su consumo moderado puede ser parte de una dieta saludable.
Es importante recordar que estos beneficios están ligados al café negro o filtrado. Ya que añadirle grandes cantidades de azúcar, crema o leche puede contrarrestar sus efectos positivos. Las personas embarazadas o con condiciones médicas específicas deben consultar con su médico sobre su consumo de cafeína.
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El universo del café está lleno de anécdotas y cifras sorprendentes que reflejan su profunda integración en nuestras vidas:
Este Día Internacional del Café es una oportunidad perfecta para apreciar no sólo el sabor de nuestra bebida favorita. Sino que también el viaje colectivo y el esfuerzo colaborativo que hay detrás de cada sorbo. Es un momento para apoyar prácticas más sostenibles y reconocer el trabajo de millones de personas, cuyo sustento depende de este aromático cultivo. Así que, cuando levantes tu taza hoy, recuerda que estás celebrando una tradición centenaria y una fuerza de unión global. ¡Feliz Día Internacional del Café!