Crimen Organizado
Ismael "Mayo" Zambada
Narcotráfico
Ismael “Mayo” Zambada García, uno de los fundadores del Cártel de Sinaloa, junto con Joaquín “Chapo” Guzmán, se declaró culpable este lunes (en una corte federal de Brooklyn, Nueva York) de dirigir una empresa criminal que, durante más de tres décadas, inundó Estados Unidos con cocaína, heroína y fentanilo. Mientras sembraba corrupción y violencia en México. Su rendición judicial marca el ocaso simbólico de una generación de capos que construyeron imperios ilegales con impunidad casi absoluta.
Zambada, ahora de 75 años, conocido como “Mayo”, aceptó los cargos de conspiración criminal continuada y asociación ilícita, que conllevan una sentencia obligatoria de cadena perpetua. Su sentencia, programada para el 13 de enero de 2026, se dictará por el juez Brian M. Cogan, quien, en 2019, condenó a Joaquín “Chapo” Guzmán a cadena perpetua.
En una declaración leída en español con tono pausado, Ismael “Mayo” Zambada admitió ante el tribunal que inició sus actividades criminales en 1969, a los 19 años. Ello a través del cultivo de marihuana. Detalló cómo su organización, el Cártel de Sinaloa, traficó, por lo menos,1.5 millones de kilogramos de cocaína hacia Estados Unidos entre 1980 y 2024, generando “cientos de millones de dólares anuales”.
Además, reconoció que ordenó asesinatos, pagó sobornos a funcionarios mexicanos (incluyendo policías, militares y políticos) y dirigió una estructura militarizada con sicarios dedicados a secuestros, torturas y ejecuciones. ” Mucha gente inocente también murió”, admitió, dirigiéndose a las víctimas en ambos lados de la frontera: “Pido perdón a todos los que sufrieron o se vieron afectados por mis acciones”, añadió.
La declaración de culpabilidad terminó como desenlace de negociaciones entre la defensa y la Fiscalía de EE. UU. tras la decisión del Departamento de Justicia de no buscar la pena de muerte para Zambada, así como para otros capos como Rafael Caro Quintero. Frank Pérez, abogado de Zambada, recalcó que su cliente no cooperará con las autoridades estadounidenses, un aspecto clave para evitar represalias contra su familia o aliados en México.
El acuerdo permite al capo evitar un juicio público que pudo exponer detalles operativos del cártel y sus vínculos con élites políticas; pero lo condena a morir en prisión. El juez Cogan destacó que los activos incautados vinculados a Zambada ascienden a 15 mil millones, una estimación que refleja la escala económica de su imperio criminal.
La llegada de Zambada a cortes estadounidenses resultó tan extraordinaria como violenta. En julio de 2024, lo llevaron a una pista aérea en Nuevo México tras ser engañado por Joaquín Guzmán López, hijo del “Chapo”, quien le prometió inspeccionar terrenos para pistas clandestinas en el norte de México. En realidad, lo trasladó a territorio estadounidense para entregarlo a agentes federales.
Zambada insiste en que a él lo secuestraron y llevaron contra su voluntad; pero su arresto desencadenó una guerra interna en Sinaloa entre sus leales (Los Mayos) y la facción de Los Chapitos (hijos de Guzmán), forzando al gobierno mexicano a desplegar tropas para contener la ola de violencia.
El caso ocurre en un momento de creciente presión del gobierno de Donald Trump sobre México para combatir a los cárteles, designados como organizaciones terroristas extranjeras. La administración Trump exigió extradiciones masivas —más de 50 presuntos carteles fueron enviados a EE. UU. en agosto de 2025— y amenazó con medidas militares si México no actúa con firmeza.
La captura de Ismael “Mayo” Zambada, aunque histórica, no debilitará significativamente el tráfico de drogas. Pues la organización sobrevivió a la caída de El Chapo y continúa adaptándose. El vacío de poder podría incluso intensificar la violencia o favorecer al rival Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
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Zambada era considerado el estratega discreto del Cártel de Sinaloa, a diferencia de la ostentación del “Chapo”. Su capacidad para evadir captura durante 35 años se atribuyó a su habilidad para negociar alianzas y comprar protección institucional. Su pleito cierra un ciclo para los fundadores del cártel; pero expone la resiliencia del crimen organizado: sus hijos y yernos —como Juan Carlos Félix Gastélum, extraditado en 2025— ya enfrentan cargos en EE. UU.