Estados Unidos
Senado de la República
El Senado de la República aprobó por unanimidad, con 94 votos a favor, la entrada a México de 155 elementos de las Fuerzas de Infantería de Marina (marines) del Comando Norte del Ejército de Estados Unidos. Esto para participar en un ejercicio de entrenamiento conjunto con militares mexicanos. La medida también incluye el envío de, por lo menos, 53 marinos mexicanos a San Diego, California, para recibir capacitación en instalaciones estadounidenses.
Este acuerdo marca la segunda ocasión en que el Senado mexicano autoriza el ingreso de militares estadounidenses desde el inicio del gobierno de Donald Trump, quien clasificó a los cárteles mexicanos (y otras organizaciones criminales de América Latina) como grupos terroristas internacionales. La primera aprobación ocurrió en febrero pasado, cuando se permitió el ingreso de 10 militares estadounidenses para entrenar a sus contrapartes mexicanas, quienes abandonarán el país el próximo 28 de marzo.
Los marines estadounidenses llegarán a México en tres grupos. El primer contingente, compuesto por ocho efectivos, arribará el 24 de marzo a Los Cabos, Baja California Sur, a través de un vuelo comercial. El segundo grupo, el más numeroso con 129 elementos, llegará el 6 de abril a bordo de un buque de la Armada de México (ARM). Finalmente, el tercer grupo, integrado por 18 marines, ingresará al país el 20 de abril bajo la categoría de “visitantes distinguidos”.
El entrenamiento, denominado “Ejercicio Bilateral Anfibio Fénix 2025”, se realizará en la Isla Santa Margarita, Baja California Sur, donde se encuentra un centro de adiestramiento de la Secretaría de Marina (Semar). De acuerdo con la carta enviada al presidente de la Mesa Directiva del Senado, Gerardo Fernández Noroña, el objetivo del ejercicio es “incrementar las capacidades de respuesta anfibia de las unidades operativas de la Armada de México en operaciones navales para la defensa marítima del territorio. Así como las de seguridad interior ante cualquier tipo de crisis, mediante operaciones coordinadas”.
El entrenamiento concluirá el 23 de abril, fecha en la que los marines estadounidenses abandonarán el país. Por su parte, los militares mexicanos viajarán a San Diego el 28 de marzo y regresarán a México el 6 de abril.
La aprobación de este operativo ocurre en un contexto de creciente presión por parte del gobierno de Donald Trump hacia México, particularmente en temas relacionados con el crimen organizado y el tráfico de fentanilo. Aunque las autoridades no especificaron si el entrenamiento se vincula directamente a estos temas, la colaboración militar entre ambos países es un punto clave en la agenda bilateral.
Trump amenazó en copiosas ocasiones con imponer aranceles a productos mexicanos en caso de no asumir medidas más contundentes para frenar el flujo de drogas hacia Estados Unidos. Esta dinámica llevó a un aumento en la cooperación en materia de seguridad, aunque también generó tensiones diplomáticas.
El ejercicio Fénix 2025 representa un paso adelante en la consolidación de la cooperación militar entre México y Estados Unidos, países que comparten una frontera de más de tres mil kilómetros y enfrentan desafíos de seguridad comunes. No obstante, la presencia de tropas estadounidenses en territorio mexicano es un tema delicado, especialmente en un contexto donde la soberanía nacional y la autonomía en materia de seguridad son prioridades para el gobierno mexicano.
Para las autoridades mexicanas, este tipo de ejercicios pretende fortalecer las capacidades operativas de las fuerzas armadas, particularmente en escenarios de defensa marítima y seguridad interior. Aunque la falta de transparencia sobre los detalles específicos del entrenamiento generó dudas sobre su alcance y objetivos reales.
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A pesar de las críticas y los debates que genera la presencia de militares extranjeros en México, el ejercicio Fénix 2025 refleja un esfuerzo por fortalecer la coordinación entre ambos países en materia de seguridad. En un mundo cada vez más interconectado, donde las amenazas transnacionales como el crimen organizado y el tráfico de drogas requieren respuestas coordinadas, este tipo de iniciativas podría sentar las bases para una colaboración más efectiva en el futuro.
Sin embargo, el éxito de esta cooperación dependerá de la capacidad de ambos gobiernos para equilibrar las necesidades de seguridad con el respeto a la soberanía y los derechos humanos, un desafío que sigue siendo central en la relación bilateral entre México y Estados Unidos.