El deterioro continuo y a ojos vistas de las relaciones entre los dos colosos mundiales, China y Estados Unidos, ha dado este miércoles un nuevo salto a peor, la única dirección en la que se han movido desde el comienzo de la pandemia de la covid-19. Washington ha dado a Pekín 72 horas, que expiran el viernes, para cerrar su consulado en Houston (Texas). Las razones para esta abrupta orden, todo un guantazo diplomático, aún están poco claras: el Departamento de Estado ha señalado que con esta medida busca “proteger la propiedad intelectual estadounidense y la información privada de los estadounidenses”, sin ofrecer más precisiones.
La medida se produce horas después de una acusación lanzada por el Departamento de Justicia de EE UU contra dos ciudadanos chinos por hackear a contratistas del sector de Defensa ―empresas contratadas por el Gobierno― e investigadores de la pandemia del coronavirus. El Ministerio de Exteriores chino, en un tono especialmente áspero, ha prometido “las represalias necesarias” si el Gobierno de Donald Trump no decide recular en el cierre del consulado.
Además de la vaga alusión a la protección de la propiedad intelectual, la portavoz del Departamento de Estado, Morgan Ortagus, subrayaba durante una visita del secretario de Estado, Mike Pompeo, a Copenhague, que “la Convención de Viena dice que los diplomáticos deben respetar las leyes y las reglas del país anfitrión y tienen el deber de no injerir en los asuntos internos de ese Estado”.
La orden de cierre no es la primera que impone Estados Unidos a otro país ―en 2017 ordenó la clausura del consulado ruso en San Francisco por las restricciones al número de sus diplomáticos en Moscú―, pero sí a China. El de Houston guarda, además, el simbolismo de ser el primero que se inauguró una vez que ambos países restablecieron relaciones diplomáticas plenas, en 1979. Sí que se han producido expulsiones de diplomáticos: en diciembre, Washington echó del país a dos representantes chinos sospechosos de espionaje, después de detectarlos en las cercanías de una base militar en el Estado de Virginia. El entonces portavoz de Exteriores chino Geng Shuang negó las acusaciones, que consideró “completamente opuestas a los hechos”.
La orden de cierre ha airado visiblemente a Pekín. Especialmente, dado el breve plazo para el cese de operaciones y la salida de los diplomáticos destinados en Houston, representa una escalada “sin precedentes” en la tensión entre las dos potencias, insistía Wang, que se expresaba en términos aún más contundentes de lo habitual en el ministerio. “China condena en los más firmes términos esta medida escandalosa”, ha asegurado Wang. Se trata, ha considerado, de “una violación de las normas internacionales y de los acuerdos consulares entre los dos países, así como un intento de socavar las relaciones bilaterales”.
De no dar Washington marcha atrás, Pekín tomará contramedidas, insistía el portavoz. Así ha ido ocurriendo a lo largo de las últimas dos semanas, en las que casi a diario una capital o la otra han anunciado sanciones, o han amenazado con ellas, por todo tipo de disputas en momentos en los que Trump se encuentra muy por detrás en las encuestas de cara a las elecciones presidenciales de noviembre, en especial por su gestión de la pandemia; y China sale reforzada de la lucha contra la covid-19.
Las sanciones y críticas mutuas se han dado en torno a Hong Kong, donde China ha impuesto una draconiana Ley de Seguridad Nacional que Estados Unidos cree que pone fin de hecho a la amplia autonomía del enclave. Por Taiwán, con quien Washington ha aprobado una nueva venta de armamento entre las protestas de Pekín, que considera la isla parte de su territorio. Por el trato a la minoría uigur, de religión musulmana, en la región de Xinjiang, donde Estados Unidos denuncia graves abusos de los derechos humanos. Por el mar del Sur de China, donde Pekín se atribuye la soberanía del 80% de las aguas y donde Washington ha anunciado que considera las reclamaciones chinas “ilegítimas”. Y por acusaciones de uso indebido de la tecnología.
A la orden de cierre del consulado, China podría responder con un cerrojazo a alguna de las representaciones diplomáticas que Estados Unidos mantiene en su territorio. La agencia Reuters, que cita fuentes con conocimiento directo del caso, apunta que en ese caso el elegido sería el consulado de Wuhan, que los diplomáticos estadounidenses evacuaron cuando esa ciudad, el primer foco de la pandemia, quedó cerrada en enero para impedir la propagación de la enfermedad. Desde entonces, no ha reabierto. El país norteamericano tiene también legaciones, además de la Embajada en Pekín, en las ciudades de Shenyang, Chengdu, Shanghái y Cantón.
Mientras tanto, el Gobierno chino ha advertido a los estudiantes de esta nacionalidad en territorio estadounidense sobre la posibilidad de “interrogatorios arbitrarios” al hilo del cierre del consulado en Houston. En un comunicado, el Ministerio de Exteriores chino avisa de que “recientemente las fuerzas del orden intensificaron los interrogatorios arbitrarios, el acoso, la confiscación de bienes personales y las detenciones de estudiantes chinos en Estados Unidos”.
En la rueda de prensa, el portavoz chino arremetió contra lo que considera una política hostil por sistema de Estados Unidos que, según aseguró, ha llevado a que los diplomáticos del país asiático allí destinados hayan recibido amenazas anónimas contra su integridad física. “Debido a las medidas estadounidenses que no hacen sino incitar al odio y calumniar deliberadamente, las representaciones diplomáticas chinas en Estados Unidos han recibido amenazas de muerte y amenazas de bomba en los últimos tiempos”, denunció Wang. “La Embajada de EE UU en Pekín también ha publicado con frecuencia artículos en los que se ataca a China. Debería estar claro quién está interviniendo e infiltrándose en la política interna de otros, y quién está empezando las peleas”, agregó.
Horas antes de que el portavoz de Exteriores chino, Wang Wenbin, confirmara la medida, varios medios locales en Houston habían mostrado imágenes de penachos de humo que salían del patio del recinto diplomático durante la noche. El cuerpo de bomberos acudió a las cercanías, aunque no llegó a entrar en el edificio, dado que tiene consideración de territorio chino. Preguntado sobre ello, Wang aseguró que este miércoles el consulado funcionaba con normalidad.
Además de su Embajada en Washington y el consulado en Houston, China mantiene también consulados en Nueva York, Chicago, San Francisco y Los Ángeles en territorio estadounidense. El de Houston se encarga de los asuntos de 900.000 residentes chinos en el sureste de Estados Unidos.