María Asunción Aramburuzabala, la avezada empresaria e inversionista, está emprendiendo la retirada del país. La exaccionista del Grupo Modelo hizo un alto en el camino, en busca de tiempos mejores.
Estos definitivamente no son buenos. Quienes la conocen aseguran que apuntó la mira a Estados Unidos, a Miami o Nueva York. Deja al frente de sus negocios a su hijo, Pablo Zapata Aramburuzabala.
“Mariasun” está vendiendo ya a Kio Networks, su firma dedicada a los centros de datos y servicios de tecnologías de información. El proceso lo lleva Goldman Sachs, que capitanea Manuel Camacho.
La decisión de desinvertir todo es porque no tiene buena relación con el gobierno de la 4T. La llegada de Andrés Manuel López Obrador frenó de tajo una racha ganadora que inició hace dos sexenios.
Los gobiernos de Felipe Calderón, pero particularmente el de Enrique Peña, fueron muy generosos en la asignación de contratos, los cuales uno a uno fueron cayendo en el primer año de la 4T.
El SAT, Aduanas, Gobernación, IMSS y Bansefi, son sólo algunos que vio perder. Su verdugo fue Raymundo Artís Espriú cuando era coordinador de Estrategia Digital de la Presidencia.
Desde esa misma posición, seis años antes Alejandra Lagunes le dio contratos a manos llenas, los mismos que el actual gobierno ahora ya no renovó y, peor aún, regateó en sus pagos.
Era conocido que Aramburuzabala y López Obrador tenían buena relación. La primera ya era una fuerte desarrolladora inmobiliaria de la CDMX cuando el segundo fue jefe de Gobierno.
Estuvo cerca del rescate del Centro Histórico cuando el tabasqueño le encomendó esa labor a Carlos Slim. Como afímera socia de Emilio Azcárraga Jean en Televisa también estuvo cerca del tabasqueño.
Con esa confianza Mariasun se atrevió a pedir una cita al ya Presidente en sus primeros meses de gobierno para abogar por sus negocios. Y es que la 4T pagaba y paga a cuentagotas a sus proveedores.
Pero cuál fue la sorpresa: AMLO la mandó con la entonces Oficial Mayor, Raquel Buenrostro. Le fue muy mal, porque salió de la reunión aceptando un descuento muy grande sobre la deuda para poder cobrar.
Antes, Aramburuzabala, como todos los desarrolladores inmobiliarios en la CDMX, tuvieron que padecer el primer año de gobierno de Claudia Sheinbaum, que ni por asomo aceptó una inversión en la ciudad.
En esa doble pista andaba cuando descubrió que sus más cercanos colaboradores en Abilia, el negocio de bienes raíces, le cometieron el fraude más cuantioso en su vida profesional.
Por todo ello la hija de uno de los fundadores del mítico Grupo Modelo decidió vender sus negocios y emigrar de México. Invertirá en Estados Unidos y en Europa, como lo están haciendo más empresarios.
“María Asunción no tiene ningún conflicto ni con el presidente López Obrador ni con Sheinbaum. No tiene ninguna obra clausurada, no va a dejar de desarrollar inmuebles ni mucho menos piensa irse del país”.
Eso me mandó decir el año pasado.