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Tras días de reuniones a puerta cerrada en el Vaticano, el Colegio Cardenalicio acordó que el cónclave para elegir al próximo papa será este 7 de mayo de 2025. La decisión se tomó por la mañana de este lunes 28 de abril, durante la quinta Congregación General, a la que asistieron aproximadamente 180 cardenales, de los cuales poco más de un centenar tienen derecho a voto.
La elección realizará en la Capilla Sixtina, la cual permanecerá cerrada al público durante todo el proceso. Los procedimientos comenzarán con una Misa solemne —Pro Eligendo Pontifice—, donde los cardenales electores se reunirán en oración antes de ingresar en procesión a la capilla. Allí, cada uno jurará secreto y fidelidad, comprometiéndose a garantizar la integridad de la elección y a resistir cualquier influencia externa.
Una vez dentro de la Capilla Sixtina, el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias declarará “Extra omnes”, ordenando que todos los no participantes abandonen el lugar. Únicamente permanecerán los electores, el Maestro de Ceremonias y un clérigo designado, quien ofrecerá una meditación final sobre el discernimiento espiritual.
El proceso de votación es meticuloso:
Si un cardenal obtiene los votos necesarios, el Decano del Colegio Cardenalicio (actualmente el cardenal Giovanni Battista Re) le preguntará formalmente: “¿Aceptas tu elección canónica como Sumo Pontífice?”. Tras la aceptación, el nuevo papa elegirá su nombre, y el cónclave concluirá de inmediato.
Entonces, el Protodiácono, el cardenal Dominique Mamberti, aparecerá en la Logia de la Basílica de San Pedro para proclamar las históricas palabras: “Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus Papam!”. Acto seguido, el pontífice impartirá su primera bendición Urbi et Orbi.
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El cónclave se desarrolla en un momento crucial para la Iglesia católica, marcado por debates sobre doctrina, gobierno y su influencia global. El resultado de la elección no simplemente definirá el futuro del Vaticano, sino que también su relación con un mundo en rápida transformación. Mientras los cardenales se encierran tras las puertas selladas de la Capilla Sixtina, el mundo observará —y esperará— el humo blanco.