Comedia
Eduardo Manzano
El telón cayó, por última vez, para uno de los titanes de la risa. Eduardo Manzano, cuya versatilidad cómica y creación de personajes inolvidables con el dúo, Los Polivoces, cimentaron su lugar en el corazón de generaciones de mexicanos, falleció a los 87 años. La noticia quedó confirmada directamente por Lalo Manzano, hijo del comediante, a través de un emotivo mensaje en Facebook.
“Hoy el escenario de la vida ha bajado el telón”, escribió Lalo Manzano. “Mi padre, un comediante querido por miles y un ser humano admirado por todos los que lo conocieron, ha partido de este mundo.” En su homenaje, describió al veterano actor como un hombre “extraordinario, bondadoso, inteligente y con un corazón tan grande como su talento”, subrayando que, detrás de cada chiste, había “un trabajador incansable, un ser humano que amaba lo que hacía y un padre que enseñó a reír incluso en los momentos más difíciles”. Dijo.
Hasta el momento, los familiares de Eduardo Manzano no han revelado los detalles de la causa del deceso. Sin embargo, cabe destacar que, desde 2021, el comediante arrastraba problemas de salud derivados de complicaciones con una infección biliar, que, incluso, a mediados de este año, lo llevaron nuevamente al hospital.
El ícono de la comedia, Eduardo Manzano, nació el 18 de julio de 1938 en la Ciudad de México. Su fama en la comedia llegó entre los años 60 y 70, cuando, al lado de Enrique Cuenta, formó al dúo “Los Polivoces”. Su programa, un mosaico de sketches, introdujo al imaginario colectivo personajes tallados a fuego por el talento de Manzano, como Gordolfo Gelatino, Don Calcaneo, El Sopas, Wash and Wear, Agallón Mafafas, Chon, entre otros.
Juntos, Manzano y Cuenca dominaron la comedia televisiva con un humor que, aunque familiar y blanco, poseía una ingeniosa sátira social y un ritmo vertiginoso. Su separación, a mediados de los setenta, marcó el fin de una era. Pero demostró la resiliencia artística de Manzano. Con El Show de Eduardo II probó que su carisma y oficio podían brillar en solitario, sosteniendo un programa de altos ratings durante años.
Su trayectoria no estuvo exenta de dramatismo fuera de las cámaras. En agosto de 1998, el actor resultó herido de bala al enfrentarse a unos asaltantes en un restaurante de la Ciudad de México, un episodio traumático del que se recuperó por completo y del que rara vez habló públicamente. En 1970 incursionó en el cine con la película ¡Ahí madre!, escrita por Roberto Gómez Bolaños y dirigida por Rafael Baledón. Allí, compartió créditos con Enrique Cuenca, Norma Lazareno, Marco Antonio Muñiz, Ramón Valdés, entre otros.

Tras un periodo de relativo retiro, Manzano experimentó un renacimiento inesperado ante nuevas generaciones con su papel del abuelo Arnoldo López Conejo en la serie Una familia de diez. Con un nuevo aire, Manzano participó en múltiples producciones como Hazme reír y serás millonario, La hija de Moctezuma, Alma de hierro, y más.
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Su partida no es sólo la de un comediante, sino la de un arquitecto de la risa compartida, un maestro de la personificación cuyas creaciones se convirtieron en lenguaje común. En un medio donde la fama es efímera, Eduardo Manzano construyó un legado que se negó a pasar de moda, demostrando que la risa, cuando nace del talento puro y la humanidad, puede, efectivamente, ser para siempre. El telón bajó, pero el eco de la carcajada permanece.