Lucha Libre
Ciclón Ramírez, una de las figuras más emblemáticas y apreciadas de la Lucha Libre mexicana durante la década de 1990, falleció este martes a los 64 años. Su muerte conmocionó al mundo del pancracio, dejando un vacío en el corazón de los aficionados que lo admiraron por su destreza, carisma y contribuciones al espectáculo deportivo.
Nacido como Celso Reyes Daza, Ciclón Ramírez inició su carrera en 1982 en Tamaulipas, donde rápidamente se destacó por su estilo dinámico y su habilidad para ejecutar movimientos aéreos espectaculares, lo que le valió el apodo de “El rey del tope”. A lo largo de su trayectoria, se consolidó como uno de los luchadores más respetados y queridos por la afición.
A través de la propia cuenta oficial de Facebook de Ciclón Ramírez, sus familiares compartieron la lamentable noticia sobre su muerte. Al mismo tiempo que expresaron su gratitud hacia los fanáticos que acompañaron a “El rey del tope” a lo largo de su carrera.
“Con profundo pesar lamentamos informar que el día de hoy falleció nuestro querido Celso Reyes Daza, ‘Ciclón Ramírez’, ‘El Rey del Tope’. Su legado siempre vivirá en la memoria de su familia, amigos y noble afición. Descanse en paz”. Reza la publicación.
A Ciclón Ramírez no sólo lo conocieron por su personaje principal. Sino que también por encarnar a otros íconos de la lucha libre como Pegaso, Mr. Ramírez y Tiburón. No obstante, bajo el manto de “Ciclón Ramírez”, el luchador alcanzó la cúspide de su carrera, formando parte de la legendaria tercia Las Saetas del Ring, junto a Águila Solitaria y El Pantera II. Juntos, conquistaron múltiples campeonatos y dejaron una huella imborrable en la historia de la lucha libre mexicana.
Uno de los momentos más memorables de su carrera ocurrió el 9 de julio de 1993, cuando perdió su máscara en la Arena México ante El Felino, en un combate que quedó grabado en la memoria de los aficionados. A pesar de la derrota, su legado como gladiador y su aporte al espectáculo nunca quedaron opacados.
Mayores Logros de Ciclón Ramírez
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Ciclón Ramírez no sólo fue un luchador excepcional, sino que también un símbolo de la lucha libre mexicana, un deporte que combina tradición, pasión y espectáculo. Su partida deja un legado que seguirá vivo en la memoria de quienes lo vieron brillar en el cuadrilátero y en el corazón de quienes lo conocieron como un hombre dedicado a su familia, sus amigos y su afición.