BARCELONA — Ganador de dos títulos de Champions en 2009 y 2011, de tres títulos de Liga en cuatro temporadas o siendo el único conjunto de la historia en conquistar el sextete de trofeos (todos los disputados) en 2009, el Barcelona que dirigió Pep Guardiola entre 2008 y 2012 merece, probablemente, la consideración de mejor equipo del Siglo XXI. Y no solo por los 14 campeonatos que logró en aquellas cuatro inolvidables temporadas.
Guardiola recibió de Frank Rijkaard un equipo en barrena, ahogado en sus éxitos anteriores, necesitado de una revolución en el vestuario pero con una materia prima (futbolistas) extraordinaria, adivinándose ya el papel reservado para un Leo Messi que tomó el liderazgo y al que acompañaron hacia lo más alto un grupo de jugadores que convirtieron el juego azulgrana en la envidia, y admiración, de todos sus rivales. Tanto en España como en Europa y el mundo entero.
La personalidad futbolística del Barcelona, innegociable en cuanto a un sistema planteado solamente en atacar, combinar, poseer y derrumbar a los rivales por medio de un juego tan preciso como elogiado, se convirtió en la referencia y la base de la mismísima selección española que a las órdenes de Vicente del Bosque conquistó el Mundial de Sudáfrica en 2010 y sumó el título de la Eurocopa en 2012.
El Barça de Guardiola fue Messi. Pero también Iniesta y Xavi, Valdés y Puyol, Busquets, Piqué y Pedro. Una columna vertebral en la que los canteranos tuvieron el máximo protagonismo, máximo rendimiento y máxima consideración al convertirse en una referencia a nivel mundial.
En la retina se mantiene su duro pulso con el Real Madrid de Mourinho… Pero también un 2-6 histórico logrado en el Bernabéu en 2009, antes de la llegada del portugués al banquillo merengue, o el 5-0 con que le castigó en su primer Clásico. Y los dos títulos de Champions logrados ante el Manchester United de Alex Ferguson, quien en 2011 no dudó en asegurar que el Barça que les había derrotado en la final de Wembley “es el mejor equipo que he visto. Nunca nos habían dado una paliza futbolística así”.
El Barça de Guardiola llenó las vitrinas del Camp Nou de títulos y se atrevió, en diciembre de 2011, a aplastar al Santos de un jovencísimo Neymar en el Mundial de Clubs por 4-0 con una alineación en la que solo Messi aparecía como delantero y que es considerada como la mejor final del torneo desde que sucedió a la vieja Copa Intercontinental.
Pero además de llenar de títulos las vitrinas del Museo, aquel Barça llenó de aficionados los graderíos del Camp Nou y le robó al Real Madrid no solo la consideración de gran club a nivel mundial, sino que pasó de ser criticado y a menudo despreciado en no pocos campos de España a ser recibido con admiración y cariño.
El fútbol, desde luego, le debe esa consideración a un Barcelona que, por siempre, permanecerá en el recuerdo y que, a día de hoy, merece ser considerado como el mejor del siglo XXI. Porque no solo de títulos, que también, vive el fútbol.