Black Sabbath
Ozzy Osbourne
A dos semanas de su muerte, el certificado de defunción de Ozzy Osbourne reveló que el ícono del heavy metal falleció el 22 de julio de 2025 debido a un “infarto agudo de miocardio” fuera del hospital. Éste se complicó por una enfermedad coronaria y el Parkinson con disfunción autonómica que padecía desde 2019.
Su hija Aimée Rose Osbourne registró el documento en Londres, donde se detalla que el denominado “Príncipe de las tinieblas”, a quien describió como “compositor, intérprete y leyenda del rock”, sucumbió en su mansión de Buckinghamshire tras dos horas de esfuerzos de los paramédicos que llegaron a la residencia mediante una ambulancia aérea.
Los últimos años de Ozzy Osbourne estuvieron marcados por una lucha física implacable: desde fracturas cervicales hasta terapias experimentales con células madre. En 2020, confesó su diagnóstico de Parkinson —variante PRKN 2—, una condición que, según su esposa Sharon, alternaba días de lucidez con episodios debilitantes.
El 5 de julio, apenas 17 días antes de su muerte, Ozzy desafió sus limitaciones en Back to the Beginning, un concierto en Birmingham que reunió a los miembros originales de Black Sabbath y a estrellas como Tom Morello (director musical del evento) y Metallica. Sentado en un trono con forma de murciélago —símbolo de su leyenda—, el cantante cerró su carrera con clásicos como Paranoid y Crazy Train, ante alrededor de 40 mil asistentes y 5.8 millones de espectadores en streaming.
El evento no sólo se trató de un homenaje al metal, sino que también representó un récord histórico en filantropía: recaudó más de 190 millones de dólares (superando a Live Aid y Farm Aid) para el Hospital Infantil de Birmingham, el Hospicio Acorn y la fundación Cure Parkinson’s. “Gracias desde el fondo de mi corazón”, dijo Ozzy, emocionado, en su último discurso desde el escenario.
Nacido en 1948 en el sombrío Aston —un barrio obrero donde “sólo había fábricas, cárceles o bandas de rock”—, Osbourne escapó de la pobreza y el abuso infantil fundando Black Sabbath en 1968. Con riffs oscuros y letras inspiradas en películas de terror, el grupo redefinió el rock con álbumes como Paranoid (1970).
Su vida fue una montaña rusa: expulsado de la banda por adicciones en 1977, resurgió como solista en los 80 con Blizzard of Ozz. Aunque su caos personal opacó su música, su legado se consolidó en el Salón de la Fama del Rock, en 2006, cuando Ozzy, junto con Black Sabbath, recibieron dicho galardón.
El 30 de julio, Birmingham despidió a su hijo predilecto con una procesión fúnebre pública y una ceremonia privada. Mientras, su familia avanza en un proyecto cinematográfico sobre su vida, producido por Sony y descrito por su hijo Jack como “crudo y sin censura”.
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Como escribió en su autobiografía Soy Ozzy: “Debería estar muerto mil veces”. Pero su música, su carisma y su última hazaña benéfica aseguran que, como el murciélago que mordió en 1982, su leyenda seguirá volando.