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Heavy Metal
Ozzy Osbourne
Ozzy Osbourne, el provocador cantante de voz rasgada que ayudó a definir el Heavy Metal como vocalista de Black Sabbath y luego como superestrella solista, falleció la mañana del martes 22 de julio de 2025, rodeado de su familia. Su muerte llegó apenas días después de su última aparición en el escenario: una sorpresiva reunión con los miembros originales de Black Sabbath en el Villa Park de Birmingham, Inglaterra, una despedida agridulce para la ciudad donde comenzó su mítica carrera.
“Con una tristeza más profunda de lo que las palabras pueden expresar, compartimos que nuestro amado Ozzy falleció esta mañana”, decía el comunicado firmado por su esposa, Sharon, y sus hijos Jack, Kelly, Aimee y Louis. “Estuvo envuelto en el amor de su familia y ahora descansa en paz. Pedimos privacidad en este momento tan difícil”, agregaron.
Apodado el “Príncipe de las Tinieblas” por su personalidad teatral y su gusto por lo macabro, Ozzy asumió durante décadas su papel de antihéroe más impredecible del rock, un título consolidado por himnos, controversias y una conexión inquebrantable con sus fans. Su última presentación, un set de cinco canciones con la alineación original de Black Sabbath, se promocionada como “el espectáculo de metal más pesado de la historia”. Un broche de oro para un hombre que transformó la música con cada letra gutural y gesto con los cuernos alzados.
El concierto en Villa Park, bajo un cielo tormentoso inglés, más que un show, fue un regreso a casa. Osbourne, quien luchó públicamente contra el Parkinson desde 2020, lo declaró “su última aparición en vivo”, retirándose con la misma rebeldía que marcó sus seis décadas de carrera. Entre versiones de los clásicos de Black Sabbath, sonrió cuando Sid Wilson de Slipknot se arrodilló en pleno escenario para proponerle matrimonio a su hija Kelly—un momento surrealista y tierno que subrayó cómo la música siguió definiendo su vida hasta el final.
Nacido como John Michael Osbourne, en el Birmingham, dejó la escuela a los 15 años y pasó por trabajos fabriles y delitos menores antes de escuchar “She Loves You”, de The Beatles, en 1963. Ese chispazo lo llevó a la música, primero en bandas efímeras, luego en Polka Tulk Blues en 1969, un cuarteto de blues que mutó en Black Sabbath, inventando el metal con riffs graves y letras cargadas de oscuridad gótica. Su debut homónimo de 1970 se convirtió en el modelo del género; pero en 1978, el abuso de sustancias dejó a Osbourne fuera de la banda (y casi le cuesta la vida).
Sharon Arden, hija del temido mánager Don Arden, rescató a Ozzy del abismo. Aunque al principio la subestimó, se casaron en 1982. Con ello comenzó una sociedad legendaria y una segunda vida. Su debut solista Blizzard of Ozz (1980) incluyó el inmortal “Crazy Train”. Mientras que la decapitación en vivo de un murciélago en 1982 (un acto que insistió fue accidental) lo volvió leyenda.
Para los años 90, Ozzy era una paradoja: un padrino del metal convertido en patriarca televisivo. The Osbournes, el exitoso reality de MTV de 2002, reveló su lado doméstico —profano y entrañable—convirtiendo a sus hijos en estrellas y probando que su influencia iba más allá de la música. Pero nunca abandonó el escenario: lanzó el Ozzfest en 1996, se reunió con Sabbath en 1999 (ganando Grammys en 2014 y 2019), y vivió sin pausa hasta que su cuerpo se lo impidió.
La influencia de Osbourne es incalculable. Desde titanes del metal como Metallica hasta raperos sampleando sus riffs, su sombra es alargada. Pero su verdadero legado es su autenticidad, un hombre que convirtió sus defectos en arte, sobrevivió crisis autoinfligidas y nunca perdió el humor.
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Mientras llegan homenajes de colegas y discípulos, una verdad queda clara: Ozzy Osbourne no sólo hizo música, creó mitología. Y ahora, el Príncipe de las Tinieblas se despide por última vez.